Recreación en el Hogar Don Orione


Testimonio sobre el trabajo en el Hogar Don Orione

Para cubrir nuestras horas de Servicio, concurrimos al Hogar Don Orione. En este hogar conviven alrededor de veinte chicas, que comen, duermen, estudian y juegan todas juntas. Sus edades son variadas, hay algunas muy chicas de 3 años, hasta otras de 15, casi como nosotras.
La primera vez que fuimos al hogar, sinceramente no sabíamos con que nos íbamos a encontrar. Pero después de una hora de haber estado hablando, jugando y tomado el té con ellas, nos habíamos acercado tanto que descubrimos que son tanto parecidas como diferentes a nosotras. Saben los mismos juegos de manos que nosotras, juegan a la mancha “pulpo” y las más grandes hasta cantan canciones de películas como High School Musical.
Fueron separadas de sus familias por diversos motivos, entre ellos por violencia y abuso, y es esto lo que las hace tan frágiles. Algunas nos abrazan y se prenden a nosotras, sin duda buscando cariño y afecto, mientas que otras evitan el contacto físico. Es por esta razón que estar con ellas, divertirnos y jugar, es algo muy delicado. Hay momentos tensos, como cuando hacen preguntas relacionadas a nuestras familias, o al dinero, que no sabemos bien que contestar. Pero la mayoría del tiempo nos divertimos, jugando al juego de la silla, al juego del paquete o al hockey. Tomamos el té todas juntas, en unas mesas que todas ayudan a ordenar y mientras, nos cuentan que estuvieron aprendiendo en la escuela últimamente, Algunas muy simpáticas hasta nos cuentan chistes.
Hacemos de todo un poco. Una vez hicimos un partido de hockey, en el cual había por equipo “cuatro chicas y una grande”. Otro día jugamos a la mancha, y fuimos a los toboganes y a las hamacas. A veces nos quedamos adentro, jugando al juego del paquete, leyéndoles, o viendo sus carpetas de la escuela.
Es muy conmovedor pensar que cada miércoles que llegamos nos están esperando, a veces salen corriendo a saludarnos, buscando a alguna de nosotras con quien tienen un particular afecto. Mientras estamos en el hogar, nos divertimos sinceramente, nos reímos y jugamos todas juntas y somos en algún punto todas iguales. Pero el momento más difícil es sin duda la despedida, tanto para ellas como para nosotras. Nos dan besos a cada una, nos abrazan, y muchas veces les cuesta soltarnos. Insisten en acompañarnos hasta la reja de la puerta principal, desde donde nos saludan y nos piden que volvamos. Nos emociona mucho pensar que ya se hayan encariñado tanto con nosotras, pero también nos entristece el hecho de que tengan miedo de que algún día ya no volvamos.

Lucia Ronchi y Melody Lachica Guini
Polimodal 2

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